domingo, 31 de diciembre de 2006

La lectura es larga, la vida es corta

Kundera le recomendó a un amigo la lectura de Gonbrowics, y éste leyó uno de los textos menos dignos del autor. Cuando le comentó su disgusto, Kundera insistió y le sugirió leer "Ferdydurke". Obtuvo la siguiente respuesta: “Amigo mío, la vida se acorta ante mí. He agotado la dosis de tiempo que tenía guardada para tu autor”.
No quiero equivocar las elecciones de mis lecturas así que tras leer "El Telón", del mismo Kundera, hice una ordenada lista de las novelas que él considera clave en la historia de la escritura y que yo pretendo comenzar a leer este año (e ir mezclando con otras elecciones propias)

1. Rabelais, Francois. Gargantúa y Pantagruel (4 libros, 1532-1552)
2. Cervantes Saavedra, Miguel. El ingeniosos hidalgo Don Quijote de la mancha (2 libros, 1605-1615)
3. Fielding, Henry. Tom Jones (1749)
4. Sterme, Laurence. Tristram Shandy (9 volúmenes, 1759-1769)
5. Choderlos de Laclos, Pierre. Las amistades peligrosas (1782)
6. Diderot, Denis. Jacques el fatalista (1796)
7. Stendhal. La cartuja de Parma (1839)
8. Flaubert, Gustave. Madame Bovary (1857)
9. Flaubert, Gustave. La educación sentimental (1869)
10. Flaubert, Gustave. Bouvard y Pécuchet (1881)
11. Dostoivski, Fedor. El idiota (1868)
12. Tolstoi, Leo. Ana Karenina (1877)
13. Kafka, Franz. Amerika (1912)
14. Kafka, Franz. El proceso (1917)
15. Kafka, Franz. El castillo (1922)
16. Joyce, James. Ulises (1922)
17. Proust, Marcel. En busca del tiempo perdido (7 novelas, 1913-1927)
18. Musil, Robert. El hombre sin atributos (3 volúmenes, 1930-1942)
19. Broch, Hermann. Los sonámbulos (3 volúmenes, 1929-1932)
20. Faulkner, William. Mientras agonizo. (1930)
21. Faulkner, William. Las palmeras salvajes (1939)
22. Gonbrowics, Witold. Ferdydurke (1938)
23. Hemingway, Ernst. Por quién doblan las campanas (1940)
24. García Márquez, Gabriel. Cien años de soledad (1967)
25. Carpentier, Alejo. El siglo de las luces (1962)
26. Carpentier, Alejo. Concierto barroco (1974)
27. Carpentier, Alejo. El arpa y la sombra (1979)
28. Sábato, Ernesto. Abaddón el exterminador. (1974)
29. Fuentes Carlos. Terra Nostra (1975)
30. Fuentes Carlos. Gringo viejo (1985)
31.
Rushdie, Salman. Los versos satánicos (1989)

Kundera habla de la conciencia de continuidad: “Si permanecemos en la historia de la novela, Sterne reacciona ante Rabelais, Sterne inspira a Diderot, Fielding apela constantemente a Cervantes, Stendhal se mide siempre con Fielding, la tradición de Flaubert se prolonga en la obra de Joyce, a partir de la reflexión sobre Joyce desarrolla Broch su propia poética de la novela, Kafka le hace comprender a García Marquez que es posible salir de la tradición y ‘escribir de otra manera”.
Entiendo la idea, pero mi lectura (relectura en algunos casos) no la haré en orden cronológico. La extensión y el estilo de los primeros libros me atemoriza un poco. Pero apuesto al juicio de Kundera y las iré mezclando con los textos más actuales para que me resulte realmente placentera la inmersión en estas novelas. Irán llegando mis comentarios a medida que avance.

sábado, 30 de diciembre de 2006

Frases propias

"Los recuerdos sirven para exorcizar el futuro".

"No matemos las ilusiones. Suelen suicidarse solas".

viernes, 29 de diciembre de 2006

El arte de amar

Según Erich Fromm, la práctica de cualquier arte requiere:
  • Disciplina.
  • Concentración.
  • Paciencia.
  • Preocupación por el dominio del arte.
Me convendría recordarlo.

martes, 26 de diciembre de 2006

Dicho transformado

Al que Dios no le da hijos, los ANGELES les dan sobrinos.

viernes, 22 de diciembre de 2006

Espíritu festivo

Me cuesta entender a los posmodernos negativos, que pregonan cosas como "Odio las fiestas". Yo declaro mi más sincero gusto por estas celebraciones y todos sus ritos. Adoro comprar regalos de Navidad (obvio, no a último momento) y abrir mis presentes el 24 a medianoche. Me encanta festejar el Año Nuevo, porque me da la idea de que todo irá mejor. Así que alcemos las copas virtuales y adelante. A disfrutar.

sábado, 16 de diciembre de 2006

Palabras

Jugar con las palabras de un texto. Mejorarlo. Mejorarlo. Mejorarlo.
Recordé que me daba mucho placer escribir.

miércoles, 13 de diciembre de 2006

Incompatibilidad de miradas

Con algunas personas (en realidad hombres) tengo lo que he bautizado "incompatibilidad de miradas". Si me me miran a los ojos, no puedo sostenerles la mirada porque me intimidan. Pero si soy yo quien los mira primero son ellos los que inmediatamente bajan sus ojos y jamás vuelven a intentar hacer contacto.
Tiendo a pensar que son ojos no hechos para enfrentarse ni cruzarse, a menos que ambos "propietarios" acepten el desafío. ¿Motivos? Una mirada les permitiría a los dos tener una visión directa del interior del otro y de lo que siente. Se entenderían perfectamente con unos mínimos segundos de contacto. Demasiado peligroso. Hasta ahora yo o él nos acobardamos.

lunes, 11 de diciembre de 2006

Finales

Me da un poco de pena saber que a alguna buena gente no tendré muchas oportunidades de volver a cruzármela por la vida. Obvio, nunca se sabe, pero la ley de las probabilidades juega en contra de nuevos encuentros.
Sé que siempre pasa, y sé que después uno lo va superando y va descubriendo nueva gente y el círculo se repetirá una y otra vez... Pero lo cierto es que los adioses con cara de definitivos me estremecen un poquito el corazón.

martes, 5 de diciembre de 2006

Y también es saludable

Según estudios de la Universidad de Yale, en los Estados Unidos, el optimismo es un aliado de la longevidad. (...) El estudio llega a la conclusión de que el hecho de tener una actitud positiva permite vivir un promedio de 7,6 años más. Y detalla que una visión optimista de la realidad agrega más años a nuestra vida que una presión arterial baja (4 años o menos), un nivel de colesterol bajo (4 o menos años), un peso saludable (entre 1 y 3 años) y la práctica regular de actividad física (entre 1 y 3 años).
Fuente: La Razón, 4 de diciembre de 2006

jueves, 30 de noviembre de 2006

Con un dejo amargo

Terminé de leer “Desgracia” de Coetzee. Estilo ágil, pero tema agobiante. El personaje principal empieza en un estado de “felicidad”:
Goza de buena salud, tiene la cabeza despejada. Por su profesión es, o mejor dicho, ha sido un erudito, y la erudición todavía ocupa, bien que de manera intermitente, el centro mismo de su ser. Vive de acuerdo con sus ingresos, de acuerdo con su temperamento, de acuerdo con sus medios emocionales. ¿Que si es feliz? Con arreglo a la mayoría de los criterios él diría que sí, cree que lo es. De todos modos, no ha olvidado la última intervención del coro en Edipo rey. No digáis que nadie es feliz hasta que haya muerto.
Es un profesor universitario que sostiene algunas ideas que, a veces, uno está tentado de suscribir:
Sigue dedicándose a la enseñanza porque le proporciona un medio para ganarse la vida, pero también porque así aprende la virtud de la humildad, porque así comprende con toda claridad cuál es su lugar en el mundo. No se le escapa la ironía, a saber, que el que va a enseñar aprende la lec­ción más profunda, mientras que quienes van a aprender no aprenden nada.
Hace ya tiempo que dejó de sorprenderse ante el grado de ignorancia de sus alumnos. Poscristianos, posthistóricos, postalfabetizados, lo mismo daría si ayer mismo hubieran roto el cascarón. Por eso no cuenta con que ninguno sepa nada sobre los ángeles caídos, ni sobre las fuentes en las que Byron pudo inspirarse. Lo que sí espera es una ronda de disparos a ciegas, de suposiciones hechas con buena inten­ción, que, con suerte, él podrá guiar hasta que acierten en la diana.
Pero termina renunciando a todo. Desolado. Azorado por la resignación, disfrazada de sabiduría, de su hija. Para peor, las matanzas constantes de los perros me resultaron abrumantes. No es que sea una amante de los animales, pero ayer se murió mi perra. Hasta último momento se resistió a dejarse estar. Parecía que, a pesar de los muchos años, ella no estaba resignada a morir...

miércoles, 29 de noviembre de 2006

Lejos de los agelastos

En “El telón”, Milan Kundera me enseña una nueva palabra: agelasto.

“Es el neologismo que creó Rabelais a partir del griego para designar a los que no saben reír. A Rabelais le horrorizaban los agelastos, por cuya culpa, según sus propias palabras, estuvo a punto «de escribir ni jota»”.

Sigo leyendo y aplaudo la opinión de Kundera porque yo hago exactamente lo mismo que él:
“Hay personas a quienes admiro por su inteligencia, a las que estimo por su honestidad, pero con quienes no me siento a gusto: censuro mis comentarios para no ser mal interpretado, para no parecer cínico, para no herirlas con una palabra demasiado atrevida. Ellas no viven en paz con lo cómico. No se lo reprocho: su agelastia está profundamente anclada en ellas y no lo pueden remediar. Pero yo tampoco puedo remediarlo y, aun sin odiarlas, las evito de lejos”.

lunes, 27 de noviembre de 2006

Porqué elegí ser periodista

No puedo recordar cuándo decidí ser periodista. Ni sé porqué lo hice. Seguramente me atraía lo poco común de mi idea. Ninguna de mis compañeras tenía tales intenciones. Además había algo mágico en el periodismo, algo que invitaba a probar de qué se trataba.
Leyendo hoy a Kapuscinski entendí un poco más el porqué de mi elección, de la que no me arrepiento, aunque a veces sienta que no me ha conducido tan lejos como podría haber llegado en otros terrenos. Sin duda tengo disposición a trabajar las veinticuatro horas, estoy segura –y feliz por ello- de que estudiaré toda mi vida y puedo vivir dignamente sin necesidad de riquezas.

En nuestro oficio hay algunos elementos muy importantes.
El primer elemento es una cierta disposición a aceptar el sacrificio de una parte de nosotros mismos. Es ésta una profesión muy exigente. Todas lo son, pero la nuestra de manera particular. El motivo es que nosotros convivimos con ella veinticuatro horas del día. No podemos cerrar nuestra oficina a las cuatro de la tarde y ocuparnos de otras actividades. Este es un trabajo que ocupa toda nuestra vida, no hay otra manera de ejercitarlo. O, al menos, de hacerlo de un modo perfecto.
El segundo elemento de nuestra profesión es la constante profundización en nuestros conocimientos. Hay profesiones para las que, normalmente, se va a la universidad, se obtiene un diploma y ahí se acaba el estudio. En el periodismo, en cambio, la actualización y el estudio constantes son la conditio sine qua non. Nuestro trabajo consiste en investigar y describir el mundo contemporáneo, que está en un cambio continuo, profundo, dinámico y revolucionario. Día tras día, tenemos que estar pendientes de todo esto y en condiciones de prever el futuro. Por eso es necesario estudiar y aprender constantemente. (...)
Hay una tercera cualidad importante para nuestra profesión, y es la de no considerarla como un medio para hacerse rico. Para eso ya hay otras profesiones que permiten ganar mucho más y más rápidamente. (...) Por tanto, tened paciencia y trabajad. Los lectores, oyentes, telespectadores son personas muy justas, que reconocen enseguida la calidad de nuestro trabajo y, con la misma rapidez, empiezan a asociarla con nuestro nombre; saben que de ese nombre van a recibir un buen producto.


Ryszard Kapuscinski.
Los cínicos no sirven para este oficio. Sobre el buen periodismo.

viernes, 24 de noviembre de 2006

Serenidad

Nunca entendí porqué, desde los doce años, me fascina una poesía cuyo título es Dolor. Pero al releerla creo que descubrí el motivo. Si yo hubiera sido Alfonsina Storni, se llamaría Serenidad.

DOLOR
Quisiera esta tarde divina de octubre
Pasear por la orilla lejana del mar;
Que la arena de oro, y las aguas verdes,
Y los cielos puros me vieran pasar.
Ser alta, soberbia, perfecta, quisiera,
Como una romana, para concordar
Con las grandes olas, y las rocas muertas
Y las anchas playas que ciñen el mar.
Con el paso lento, y los ojos fríos
Y la boca muda, dejarme llevar;
Ver cómo se rompen las olas azules
Contra los granitos y no parpadear
Ver cómo las aves rapaces se comen
Los peces pequeños y no despertar;
Pensar que pudieran las frágiles barcas
Hundirse en las aguas y no suspirar;
Ver que se adelanta, la garganta al aire,
El hombre más bello; no desear amar...
Perder la mirada, distraídamente,
Perderla, y que nunca la vuelva a encontrar;
Y, figura erguida, entre cielo y playa,
Sentirme el olvido perenne del mar.

jueves, 23 de noviembre de 2006

Para no estancarse

Cuando uno se conoce bastante a sí mismo ya sabe muy bien qué le gusta: tiene autores favoritos, géneros de películas preferidos, temáticas favoritas, comidas preferidas, actividades favoritas, sitios de internet preferidos... Y la lista puede seguir.
¿Cómo salir de ese círculo que uno se armó y que le resulta sumamente agradable? Alguién preguntará qué necesidad hay de salir. La respuesta es sencilla: debe haber muchas más cosas que pueden agradarme y que si no les doy una oportunidad nunca lo sabré.
Todo esto lo pensaba el martes y, creyendo que el miércoles sería un día tranquilo, me desafié a hacer diez cosas diferentes a las que suelo hacer. ¿Resultado? Sólo logré cinco actividades distintas porque el día se complicó.
  • Desayuno en la cama. Maravilloso, pero la actividad diaria está lejos de permitir convertirlo en un placer habitual.
  • Gimnasia con un video televisivo. Siempre odié el ejercicio, pero esta vez resistí los cuarenta y cinco minutos bastante bien. Sorprendente.
  • Sol en el balcon. Treinta minutos persiguiendo los escasos rayos de febo. Bastante bueno, aunque con sensación de pérdida de tiempo. Difícil de repetir.
  • Lectura de un libro de Coetzee bajado de Internet. Había escuchado que era bueno y empecé a leer Desgracia. Muy ameno y con ritmo. Altas posibilidades de ser sumado a autores atractivos.
  • Película de acción o ciencia-ficción, que jamás hubiera elegido si no me hubiera propuesto variar. "Doce monos" me resultó entretenida. Al menos no me dormí y la vi hasta el final.
Es buena idea probar algo diferente cada día, aunque solo sea un nuevo gusto de helado. No hay como la rutina agradable para hacernos caer en el estancamiento.

viernes, 17 de noviembre de 2006

Con luz, todo es mejor

¿Por qué será que sólo valoramos las cosas cuando las perdemos? No solemos ver lo bueno que nos rodea hasta que alguien -el Azar, Dios, el Destino, o lo que uno crea- nos la quita.
Necesitaríamos una especie de despertador que nos ayude a ver lo maravilloso que tenemos, sin necesidad de perderlo.
Esta reflexión surge sólo porque estuve un día sin luz!!!!!!!!

sábado, 11 de noviembre de 2006

Alivianar la mochila

Lleva tiempo comprender que no somos las hojas que hemos escrito, ni las agendas que hemos llenado, ni las cosas que nos han regalado.
Entender que sólo somos lo que hemos asimilado nos ayuda a ir más livianos por la vida.

miércoles, 8 de noviembre de 2006

Sorpresas

Muchas veces, aquellos que más apreciamos, a los que más nos hemos dedicado, son los que resultan más ingratos y que pregonan su indiferencia. En cambio, algunos a los que no le hemos prestado más que una mínima atención, nos sorprenden con gestos que reconfortan el alma. Por suerte, la balanza siempre se equilibra y la desazón es borrada por la gratitud.

sábado, 4 de noviembre de 2006

El arte de NO amargarse la vida

La regla fundamental que dice que el juego no es ningún juego, sino algo tremendamente serio, hace que la vida sea un juego sin fin, que sólo la muerte acaba. Si esto ya resulta bastante paradójico, aquí tenemos una segunda paradoja: la única regla que podría poner fin a este juego tan serio no es ni siquiera una regla de este juego. Tiene varios nombres que en el fondo significan lo mismo: honradez, confianza, tolerancia.
Como canta el abad, responde el sacristán. Ya lo sabemos de cuando éramos niños. Y también comprendemos que debe ser así; pero sólo hay unos pocos felices que lo crean. Si lo creyéramos, también sabríamos que no sólo somos los creadores de nuestra desdicha, sino que del mismo modo podríamos crear nuestra felicidad.
Este libro empezó con Dostoievski, y tiene que finalizar con él. En los Demonios, dice uno de los personajes más enigmáticos que Dostoievski jamás creara: «Todo es bueno..., todo. El hombre es desdichado, porque no sabe que sea dichoso. Sólo por esto. ¡Esto es todo, todo! Quien lo reconozca, será feliz en el acto, en el mismo instante...» Tan desesperadamente simple es la solución.
Paul Watzlawick. "El arte de amargarse la vida"

viernes, 3 de noviembre de 2006

Reconocimiento

Es difícil saber qué hacer al recibir un aplauso, pero lo que es seguro es que resulta una caricia que reconforta al ego.

martes, 31 de octubre de 2006

Inteligencia y simpatía

Nada me seduce más que alguien que piensa y lo hace sin perder el buen humor.
Nada de intelectuales apocalípticos y conflictuados. Los integrados siempre estarán más cerca de mi corazón, y de mi cabeza.

domingo, 29 de octubre de 2006

Soy adicta:

  • Al café
  • Al trabajo
  • Al chocolate
  • A leer libros
  • A comprar libros
  • A visitar Amazon
  • A sonreir siempre
  • A cualquier cosa que me gusta.

viernes, 27 de octubre de 2006

Mi ángel existe

En estas épocas escépticas parece insano que uno declare que cree en el ángel de la guarda. Pero yo sí creo. Y no sólo creo, sino que sé que le doy bastante trabajo.
No es que mi ángel ande haciendo grandes cosas -quizás sí, y no llego ni a darme cuenta gracias a su auxillio preventivo- sino que estoy convencida de que me ayuda en todas las pequeñas.
Para algunos serán pavadas, pero yo suelo agradecerle cuando:
  • Encuentro mi lente de contacto, que suele saltar de mi mano hacia lugares insólitos.
  • El único ascensor de mi edificio se encuentra en planta baja, esos días en que esperarlo equivaldría a suplicio.
  • El colectivo que debo tomar aparece justo en el momento en que llego a la parada.
  • Un libro agotado aparece frente a mí en la estantería de una ignota librería.
  • Recuerdo, justito antes de cerrar la puerta, de que me olvidaba algún elemento imprescindible para el buen desarrollo de mi día.
  • Un botón de mi blazer exige ser cosido, por lo cual retraso mi salida y evito ser víctima de un asalto.

Algunos dirán casualidades. ¿No es más bello pensar en mi ángel?

jueves, 26 de octubre de 2006

Ellos

No importa si “ellos” lo saben, lo sospechan o son completamente ignorantes de la situación. Siguen siendo fundamentales y si no están uno los extraña. Es para “ellos” que montamos nuestra mejor actuación.
Lo que se siente no tiene nada que ver con amor, (y saberlo tranquiliza). Sólo es una atracción intelectual y muda que hasta teme convertirse en seducción. Uno no quiere que “ellos” sepan, y mucho menos desea que “los otros” se den cuenta de la predilección. Sólo pretende que estén. Se disfruta y anhela la presencia.
Situaciones de las que no se espera nada, pero en la que todos ganan. Uno, porque se inventó una razón para intentar brillar. “Ellos”, porque reciben lo mejor. Y “los otros”, porque gracias a su presencia también obtienen lo mejor. No es complejo si uno entiende cómo funcionan los “ellos”, acepta el juego que proponen y no pretende absolutamente nada más.

martes, 24 de octubre de 2006

Adivinen en qué bando estoy

No debe haber una cita que encaje mejor en mi blog y en este día:

"En medio de continuos relámpagos comenzaron a caer algunas gotas, vacilantemente, tanto como para dividir a los porteños —sostenía Bruno— en esos dos bandos que siempre se forman en los días bochornosos de verano: los que, con la expresión escéptica y amarga que ya tienen medio estereotipada por la historia de cincuenta años, afirman que nada pasará, que las imponentes nubes terminarán por disolverse y que el calor del día siguiente será aún peor y mucho más húmedo; y los que, esperanzados y candorosos, aquellos a quienes les basta un invierno para olvidar el agobio de esos días atroces, sostienen que "esas nubes darán agua esta misma noche" o, en el peor de los casos, "no pasará de mañana". Bandos tan irreductibles y tan apriorísticos como los que sostienen que "este país está liquidado" y los que dicen que "saldremos adelante porque siempre aquí hay grandes reservas". En resumen: las tormentas de Buenos Aires dividen a sus habitantes como las tormentas de verano en cualquier otra ciudad actual del mundo: en pesimistas y optimistas. División que (como le explicaba Bruno a Martín) existe a priori, haya o no tormentas de verano, haya o no calamidades telúricas o políticas; pero que se hace manifiesta en esas condiciones como la imagen latente en una placa con el revelado. Y (también le decía), aunque eso es válido para cualquier región del mundo donde haya seres humanos, es indudable que en la Argentina, y sobre todo en Buenos Aires, la proporción de pesimistas es mucho mayor, por la misma razón que el tango es más triste que la tarantela o la polca o cualquier otro baile de no importa qué parte del mundo. La verdad es que esa noche llovió intensa y furiosamente, batiendo en retirada al bando de los pesimistas; en retirada momentánea, claro, porque nunca este bando se retira del todo y jamás admite una derrota definitiva, pues siempre puede decir (y dice) "veremos si de verdad refresca". Pero el viento del sur fue aumentando su intensidad a medida que llovía, trayendo ese frío cortante y seco que viene desde la Patagonia, y ante el cual los pesimistas, siempre invencibles, por la naturaleza misma del pesimismo, pronuncian fúnebres presagios de gripes y resfríos, cuando no de pulmonías (...)"


Ernesto Sábato, "Sobre Héroes y Tumbas".

sábado, 21 de octubre de 2006

Los 1001 libros...

Me gustan las listas. Me encantan los libros. Tentador pasar por Listology, echarle una ojeada a los 1001 libros que uno debe leer antes de morir y determinar cuántos de esos ya leí.
El origen del listado es “1001 Books You Must Read Before You Die: A Comprehensive Reference Source, Chronicling the History of the Novel” Preface by Peter Ackroyd, General Editor Peter Boxall
La elección de los textos es discutible, pero igual jugué a ver cuantos leí. Soy una lectora compulsiva (Seguro que en mi vida leí más de mil textos) así que supuse que unos cien, al menos, debería tener en mi haber. Tras recorrer dos veces la lista para no olvidar nada, el resultado fueron 66 obras. No está del todo mal.

2000s
Ignorance – Milan Kundera
The Blind Assassin – Margaret Atwood
1900s
Foucault’s Pendulum – Umberto Eco
The Bonfire of the Vanities – Tom Wolfe
Love in the Time of Cholera – Gabriel García Márquez
The Unbearable Lightness of Being – Milan Kundera
The House of the Spirits – Isabel Allende
The Name of the Rose – Umberto Eco
The Book of Laughter and Forgetting – Milan Kundera
Autumn of the Patriarch – Gabriel García Márquez
One Hundred Years of Solitude - Gabriel García Márquez
In Cold Blood – Truman Capote
A Clockwork Orange – Anthony Burgess
Breakfast at Tiffany’s – Truman Capote
The Lord of the Rings – J.R.R. Tolkien
Lord of the Flies – William Golding
Memoirs of Hadrian – Marguerite Yourcenar
Nineteen Eighty-Four – George Orwell
The Plague – Albert Camus
Animal Farm – George Orwell
The Little Prince – Antoine de Saint-Exupéry
The Outsider – Albert Camus
For Whom the Bell Tolls – Ernest Hemingway
The Hobbit – J.R.R. Tolkien
Brave New World – Aldous Huxley
A Farewell to Arms – Ernest Hemingway
Steppenwolf – Herman Hesse
The Sun Also Rises – Ernest Hemingway
The Castle – Franz Kafka
Manhattan Transfer – John Dos Passos
Mrs. Dalloway – Virginia Woolf
The Great Gatsby – F. Scott Fitzgerald
We – Yevgeny Zamyatin
Jacob’s Room – Virginia Woolf
Siddhartha – Herman Hesse
Ulysses – James Joyce
The Hound of the Baskervilles – Sir Arthur Conan Doyle
1800s
The War of the Worlds – H.G. Wells
The Adventures of Sherlock Holmes – Sir Arthur Conan Doyle
News from Nowhere – William Morris
The Picture of Dorian Gray – Oscar Wilde
The Strange Case of Dr. Jekyll and Mr. Hyde – Robert Louis Stevenson
Bel-Ami – Guy de Maupassant
The Death of Ivan Ilyich – Leo Tolstoy
Treasure Island – Robert Louis Stevenson
The Brothers Karamazov – Fyodor Dostoevsky
Around the World in Eighty Days – Jules Verne
Through the Looking Glass, and What Alice Found There – Lewis Carroll
Little Women – Louisa May Alcott
Crime and Punishment – Fyodor Dostoevsky
Alice’s Adventures in Wonderland – Lewis Carroll
Walden – Henry David Thoreau
Uncle Tom’s Cabin; or, Life Among the Lonely – Harriet Beecher Stowe
The House of the Seven Gables – Nathaniel Hawthorne
The Scarlet Letter – Nathaniel Hawthorne
David Copperfield – Charles Dickens
Wuthering Heights – Emily Brontë
Oliver Twist – Charles Dickens
Le Père Goriot – Honoré de Balzac
Eugénie Grandet – Honoré de Balzac
The Red and the Black – Stendhal
Pride and Prejudice – Jane Austen
Sense and Sensibility – Jane Austen
Gulliver’s Travels – Jonathan Swift
Robinson Crusoe – Daniel Defoe
Pre-1700
The Thousand and One Nights – Anonymous


viernes, 20 de octubre de 2006

Simple diversión

Hay momentos, como éste, que necesito desenchufarme un rato. Dormí poco, trabajé mucho y me espera un fin de semana con muchísimas tareas por delante. (La típica workaholic que soy, encantada).
Pero como creo que me merezco un recreo, me dí una vuelta por blogthings, que me entretiene bastante. (En realidad, creo que me vuelve adicta a los tests). Una muestra de los 25 que debo haber hecho en una hora indica:
You Have a Type A Personality
You are hyper, energetic, and always on the mood. You tend to succeed at everything you attempt. And if you don't succeed at first, you quickly climb your way to the top!
You could be called a workaholic, but you also make time for fun. As long as it's high energy and competitive, you're interested.
You have the perfect personality for business and atheltic success.
Nada de esto es novedad. Pero sí quiero que quede constancia de un error: el éxito atlético nunca fue, no es y -si todo sigue bien- nunca será para mí.

miércoles, 18 de octubre de 2006

Sencillito

"Hacer lo útil, decir lo justo y contemplar lo bello es bastante para una vida de hombre".
T. S. Eliot

Receta infalible

No hace desaparecer los problemas, pero cambia la óptica: un buen baño de inmersión con sales y/o espuma. Un placer accesible que conviene convertirlo en costumbre.

martes, 17 de octubre de 2006

A las siete de la mañana, me alcanza para ser feliz:

  • Cinco minutos de remoloneo adicional.
  • Una enorme taza de café.
  • Cuatro galletitas con mermelada.
  • Buenas noticias de la balanza.

lunes, 16 de octubre de 2006

Vale la pena enseñar...

  • Cuando uno se enriquece con el pensamiento crítico de aquellos a quienes cree educar.
  • Cuando uno encuentra, en el fárrago de decenas de trabajos repetitivos, el pensamiento propio y el enfoque original de ciertas personas.
  • Cuando se tiene la sospecha de que algunos, aunque sea unos pocos, mejoraron y crecieron a partir de lo que uno intentó transmitir.

No son posiblemente grandes gratificaciones, pero recordarlas ayuda a que el cansancio no se convierta en hartazgo, y a que el entusiasmo siga en pie.

domingo, 15 de octubre de 2006

Soy optimista porque...

la tecnología nos brinda maravillosas posibilidades, inimaginadas por mí. Descubrí Google Earth. Quedé fascinada de poder recorrer las ciudades como si estuviera volando con un helicoptero a muy baja altura. Vi antiguas casas en pueblos en los que viví cuando era chica, repasé sitios que alguna vez recorrí y me acerqué a zonas en las que quizás nunca ponga un pie. Y, por supuesto, identifiqué los lugares donde vivo hoy. Muy recomendable.

jueves, 5 de octubre de 2006

Ex esperanzados

Ayer empecé a leer Sobre Héroes y Tumbas de Ernesto Sábato. Y mientras recorría las primeras páginas encontré una frase que me ayudó a entenderme:

"(...) los pesimistas se reclutan entre los ex esperanzados, puesto que para tener una visión negra del mundo hay que haber creído antes en él y en sus posibilidades".

Obvio, pero nunca lo había pensado: soy optimista porque no creó en las grandes revoluciones, ni en los toques mágicos de la suerte. Sólo en que las cosas diarias irán inexorablemente bien. Y así van.

lunes, 2 de octubre de 2006

Dos años no es mucho. Quince minutos, una eternidad.

Me tomé mas de dos años para volver. Pero, aunque suene ridículo, a impaciente nadie me gana. Como olvidé nombre de usuario y contraseña, debí pedir que me la renvíen. No aguanté esperar los 15 minutos que decían. Así que abrí en el interin otro blog. Cualquiera diría: "Si esperaste más de dos años, qué necesidad de escribir ahora de golpe". Ninguna necesidad. Sólo quería mi blog funcionando de nuevo, y ya. ¿Para qué? Ah. Eso lo veremos mañana.