miércoles, 10 de septiembre de 2008

Ironías de las ironías

Contenta estaba yo con mi escrito. Era original, simpático y cerraba bien. Era una forma creativa de contar cosas ya bastante repetidas. Lo mandé por mail. Las respuestas inmediatas mostraban que pocos lo entendían y la mayoría lo interpretaba mal. Entonces otro mail para explicar lo que para mí era una obviedad.
Conozco las reglas para lograr una comunicación eficaz y suelo cumplirlas. Pero creo que en este, como en otros casos, los motivos de la confusión fueron dos:
1. La gente no lee todo el texto y se queda con las primeras palabras.
2. La gente no entiende las ironías y queda atrapada en lo literal de los términos.
Las dos cosas son preocupantes, pero me alarma más la segunda: la ironía requiere que el receptor (lector u oyente) tenga cierto nivel intelectual, cierto vuelo, para volverse casi un cómplice del emisor. Y yo, que suelo jugar con la ironía, me encuentro cada vez con más seres que me miran azorados y me preguntan "¿En serio lo dice?" "Obvio que no. Es en sentido irónico", debo decir con el gesto más políticamente correcto que puede hacer mi cara.Y eso que soy solo irónica, porque si fuera sarcástica...

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Paciencia. ¿Paciencia?

“Te admiro la paciencia”, me dice una practicante que viene a observar mis clases. “Es increíble la paciencia que les tenés”, me repite una alumna mirando con incredulidad a sus compañeros, un poco menores que ella. Otros profesores, a quienes he tenido como alumnos en el doctorado, remarcan mi calma y tolerancia
¿Pero de qué paciencia hablan? Si supieran… Soy impaciente y ansiosa por naturaleza. Un único ejemplo: puedo enloquecer cuando quien está delante de mí en la caja de un supermercado tarda en sacar las cosas del changuito, no se decide a empezar a guardar o medita con qué tarjeta va a pagar. Me callo, pero me carcomen las ganas de acelerar el proceso.
Mi “paciencia” en el aula es únicamente producto del “oficio”, de mucho oficio. No es virtud innata, sino conquista sufrida. No me irrito ni me altero entre esas cuatro paredes sólo porque aprendí a tratar con los estudiantes y porque estoy convencida de que “sacarme” es tan malo para ellos como para mí.
Sólo cuando estoy muy cansada y me topo con alguien especialmente agresivo y soberbio, puedo perder un poco el control. Las veces que ha ocurrido, el resultado no me gustó.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Lecturas de Agosto

  • "Los templarios" de Piers Paul Read. Hoy existe una especie de "templarismo, por el cual se asocia a los caballeros de la orden del temple con fantasiosas aventuras medievales. El texto de Read, en cambio, los presenta con rigurosidad de acuerdo a su actuación en la Historia y desmitifica los doscientos años de vida del Temple. Denso y minucioso en extremo, el libro es sólo para los que quieren conocer la "realidad", pero no para los que sueñan con andanzas caballerescas.