Muchas veces, aquellos que más apreciamos, a los que más nos hemos dedicado, son los que resultan más ingratos y que pregonan su indiferencia. En cambio, algunos a los que no le hemos prestado más que una mínima atención, nos sorprenden con gestos que reconfortan el alma. Por suerte, la balanza siempre se equilibra y la desazón es borrada por la gratitud.
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