Segundo libro del año. Si alguien sigue mi patrón de lectura, lo mejor que podría pensar es que soy ecléctica. Y si no tiene tan buena voluntad podría tildarme de inconsecuente, incongruente, incoherente y otros adjetivos menos simpáticos. ¿Cómo se puede pasar de las Palmeras Salvajes a las aventuras de una abogada exitosa que se convierte de la noche a la mañana en una empleada doméstica?
La respuesta está en el “balance”. Faulkner me agobió. Necesitaba entretenimiento puro sin pretensiones. Y por cierto lo obtuve en esas casi 400 páginas que leí, casi de un tirón, el domingo.
Me reí con la historia. Me identifique con la pobre Samantha, algunas de cuyas frases podrían perfectamente salir de mi boca:
La respuesta está en el “balance”. Faulkner me agobió. Necesitaba entretenimiento puro sin pretensiones. Y por cierto lo obtuve en esas casi 400 páginas que leí, casi de un tirón, el domingo.
Me reí con la historia. Me identifique con la pobre Samantha, algunas de cuyas frases podrían perfectamente salir de mi boca:
- “I can’t do nothing all day. It’s going to drive me crazy. I’ll have to go and buy another paper from the village shop. If they’ve got War an Peace”.
- “I never really learned how to make meals”.
- “And I can’t sew on buttons”.
Me da un poco de pudor reconocer estas lecturas, como me da cierta vergüenza decir que disfruto viendo comedias románticas. Pero la verdad es que cada tanto mi yo intelectual le permite a mi yo más frívolo pasar un buen rato sin ningún pero ningún objetivo ulterior. Y no está mal.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario