Primera lectura del año. Un libro con dos historias diferentes, entrecortadas prolijamente una por otra, en un mismo ámbito: el sur de los Estados Unidos.
Mientras leía El viejo, (Old man, como llaman al río Misisipi) no podía sacar de mi cabeza la devastación que produjo el huracán Katrina, tan parecida a los estragos de esa gran inundación que Faulkner sitúa en 1927. Me sonaban conocidos Nueva Orleáns, Baton Rouge, Mobile, el agua implacable, los diques rotos y las enormes zonas anegadas donde todo era río.
No es un libro entrañable, al menos para mí. Más de una vez tomé un respiro en su lectura porque me agobiaba el clima que creaba, el presentir que nada iba a terminar bien. A pesar de esto, o mejor debido a esto, Faulkner demuestra gran maestría en el arte de contar historias y sobre todo de transmitir sensaciones.
Una frase: “Entre la pena y la nada elijo la pena”.
Mientras leía El viejo, (Old man, como llaman al río Misisipi) no podía sacar de mi cabeza la devastación que produjo el huracán Katrina, tan parecida a los estragos de esa gran inundación que Faulkner sitúa en 1927. Me sonaban conocidos Nueva Orleáns, Baton Rouge, Mobile, el agua implacable, los diques rotos y las enormes zonas anegadas donde todo era río.
No es un libro entrañable, al menos para mí. Más de una vez tomé un respiro en su lectura porque me agobiaba el clima que creaba, el presentir que nada iba a terminar bien. A pesar de esto, o mejor debido a esto, Faulkner demuestra gran maestría en el arte de contar historias y sobre todo de transmitir sensaciones.
Una frase: “Entre la pena y la nada elijo la pena”.
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