martes, 30 de enero de 2007

Lo que vale es la intención

En la playa uno tiene tiempo de ponerse a ver los comportamientos de sus congéneres. Y como no soy la excepción, sentadita bajo mi sombrilla, vi -y ahora aplaudo- la cantidad de gente que le pone garra y ganas a lo que hace, aunque los resultados sean muy modestos, por no decir casi inexistentes. Aquí mi ranking de los que a empeño nadie les gana:
  1. Las legiones que cada mañana salen a caminar portando cuerpos que delatan comidas más que sustanciosas, creyendo que con su esfuerzo matinal bajarán de peso, aunque a la tarde no se priven de unos churros bien grasosos.
  2. Los que tratan de sacarle la arena a cualquier adminículo (ojotas, zapatillas, mochilas) que utilizarán en los siguientes cinco minutos en la misma playa y que indefectiblemente volverán a cubrirse de arena.
  3. Los deportistas que juegan a la paleta con un viento que no deja sombrilla en pie o cuando el mar cubre toda la playa y sólo pueden hacerlo con los tobillos metidos en el agua.

lunes, 29 de enero de 2007

Libros con arena

La playa es un lugar para lecturas atrapantes. Nada de textos demasiado elaborados. Y acá van mis los libros que leí en los diez días a la orilla del mar:
  • "Matemáticas ¿estás ahí?" de Adrián Paenza. Mientas lo leía me preguntaba si cuando me tocó estudiar esas temáticas en la secundaria y también en la facultad las había entendido tan bien. El libro me retrotrajo a épocas de estudiantes, en las que yo me llevaba bien con esa materia tan poco digerible para muchos.
  • "La historiadora" de Elizabeth Kostova. Atrapante. No será el gran libro pero uno disfruta mientras lee y vale su extensión.
  • "La orden del temple" de Raymond Khoury. Con buena voluntad resulta entretenido, pero nada más. A veces muy previsible. Le falta crear el clima de misterio adecuado.
  • "Cell" de Stephen King. Aún no lo terminé, pero hasta ahora sólo me parece interesante el planteo -que no comparto- de que la tecnología podría destruirnos. Voy a leer lo que me falta por una cuestión de principios, pero si lo abandonara hoy creo que no me perdería mucho. (Cabe aclarar que el libro me lo regalaron. No fue mi elección).

martes, 9 de enero de 2007

El arte de viajar

"El deseo incurable del hombre de ir a alguna otra parte es un testimonio de su optimismo incurable y de su curiosidad insaciable. Siempre esperamos que las cosas sean diferentes allá. ‘Viajar’ -escribió Descartes a comienzos del siglo XVII- ‘es casi como conversar con hombres de otros siglos’.”

Daniel Boorstin en “The image. A guide to pseudo-events in America”

lunes, 8 de enero de 2007

The undomestic goddess - Sophie Kinsella

Segundo libro del año. Si alguien sigue mi patrón de lectura, lo mejor que podría pensar es que soy ecléctica. Y si no tiene tan buena voluntad podría tildarme de inconsecuente, incongruente, incoherente y otros adjetivos menos simpáticos. ¿Cómo se puede pasar de las Palmeras Salvajes a las aventuras de una abogada exitosa que se convierte de la noche a la mañana en una empleada doméstica?
La respuesta está en el “balance”. Faulkner me agobió. Necesitaba entretenimiento puro sin pretensiones. Y por cierto lo obtuve en esas casi 400 páginas que leí, casi de un tirón, el domingo.
Me reí con la historia. Me identifique con la pobre Samantha, algunas de cuyas frases podrían perfectamente salir de mi boca:
  • “I can’t do nothing all day. It’s going to drive me crazy. I’ll have to go and buy another paper from the village shop. If they’ve got War an Peace”.
  • “I never really learned how to make meals”.
  • “And I can’t sew on buttons”.
Me da un poco de pudor reconocer estas lecturas, como me da cierta vergüenza decir que disfruto viendo comedias románticas. Pero la verdad es que cada tanto mi yo intelectual le permite a mi yo más frívolo pasar un buen rato sin ningún pero ningún objetivo ulterior. Y no está mal.

sábado, 6 de enero de 2007

Las palmeras salvajes - Williams Faulkner

Primera lectura del año. Un libro con dos historias diferentes, entrecortadas prolijamente una por otra, en un mismo ámbito: el sur de los Estados Unidos.
Mientras leía El viejo, (Old man, como llaman al río Misisipi) no podía sacar de mi cabeza la devastación que produjo el huracán Katrina, tan parecida a los estragos de esa gran inundación que Faulkner sitúa en 1927. Me sonaban conocidos Nueva Orleáns, Baton Rouge, Mobile, el agua implacable, los diques rotos y las enormes zonas anegadas donde todo era río.
No es un libro entrañable, al menos para mí. Más de una vez tomé un respiro en su lectura porque me agobiaba el clima que creaba, el presentir que nada iba a terminar bien. A pesar de esto, o mejor debido a esto, Faulkner demuestra gran maestría en el arte de contar historias y sobre todo de transmitir sensaciones.
Una frase: “Entre la pena y la nada elijo la pena”.

miércoles, 3 de enero de 2007

Liberación y Progreso

Suenan bien como respuestas para el 2007.
Si verdaderamente creyera en ellos, y no los tomase como un simple juego, debería decir que los oráculos están de mi parte.

martes, 2 de enero de 2007

El “buen libro malo”

Chesterton lo llamó el "buen libro malo". Es aquel que no tiene pretensiones literarias pero que mantiene el interés cuando otras obras más serias lo han perdido.
Yo me refugio cada tanto (sobre todo en vacaciones) en los “buenos libros malos”. Es más, suelo defenderlos frente a apenados intelectuales que se rasgan las vestiduras ante tales textos. Tengo claro que aportan poco más que diversión. ¿Pero quién dijo que la literatura no debe ser placentera?
Me gustan algunas ideas de Orwell al respecto:
"La existencia de la buena literatura mala (el hecho de que uno puede divertirse o excitarse o hasta conmoverse con un libro que el intelecto se niega a tomar en serio)es un recordatorio de que el arte no es lo mismo que la celebración”.

“Todo lo que se puede decir es que mientras la civilización siga siendo tal, que uno necesite distraerse de cuando en cuando, la literatura ligera tiene su puesto determinado; asimismo, que existen cosas tales como la habilidad pura o la gracia natural, que pueden tener más valor de supervivencia que la erudición o el poder intelectual”.

“Los libros que uno lee en la infancia, y quizá la mayoría de los malos y buenos libros malos, crean en la mente una especie de falso mapa del mundo, una serie de países fabulosos donde uno puede recrearse en los ratos de ocio para el resto de la vida, y que en algunos casos hasta pueden sobrevivir a una visita a los países reales que se supone que representan”.
“Cazando un elefante” de George Orwell

lunes, 1 de enero de 2007

Propósitos para el 2007

En este año voy a intentar cumplir los propósitos que detallo en una lista, que no pondré aquí para mantener algo de reserva. Intentaré ir tomándolos de a uno hasta alcanzarlos o hasta que se conviertan en hábitos.
La mayoría de estos objetivos son idénticos a los de años pasados. Pero eso no me desalienta, porque muchos empecé a cumplirlos. Creo que vale la pena fijarlos y tener ganas de ir trabajando en ellos a lo largo del nuevo año.
Hace años me propuse aprender a disfrutar de cada momento. Y en este 2007 quiero seguir haciéndolo, tomando como guía el Decálogo de la serenidad (qué sí aprovecho para a poner) y recordando que: "Muchas personas se pierden las pequeñas alegrías esperando la gran felicidad" (Pearl S. Buck). Intentaré que no sea mi caso.

Decálogo de la serenidad
1.-Sólo por hoy trataré de vivir exclusivamente el día, sin querer resolver el problema de mi vida todo de una vez.
2.-Sólo por hoy tendré el máximo de cuidado de mi aspecto: cortés en mis maneras, no criticaré a nadie y no pretenderé mejorar o disciplinar a nadie, sino a mí mismo.
3.-Sólo por hoy seré feliz en la certeza de que he sido creado para la felicidad, no sólo en el otro mundo, sino en éste también.
4.-Sólo por hoy me adaptaré a las circunstancias, sin pretender que las circunstancias se adapten todas a mis deseos.
5.-Sólo por hoy dedicaré diez minutos de mi tiempo a una buena lectura recordando que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así la buena lectura es necesaria para la vida del alma.
6.-Sólo por hoy haré una buena acción y no se lo diré a nadie.
7.-Sólo por hoy haré por lo menos una cosa que no deseo hacer, y si me sintiera ofendido en mis
sentimientos, procuraré que nadie se entere.
8.-Sólo por hoy me haré un programa detallado. Quizás no lo cumpliré cabalmente, pero lo intentaré. Y me guardaré de dos calamidades: la prisa y la indecisión.
9.-Sólo por hoy creeré firmemente -aunque las circunstancias demuestren lo contrario- que la buena providencia de Dios se ocupa de mí como si nadie más existiera en el mundo.
10.-Sólo por hoy no tendré temores. De manera particular no tendré miedo de gozar de lo que es bello y de creer en la bondad.
Puedo hacer bien durante doce horas, lo que me descorazonaría si pensase tener que hacerlo durante toda mi vida.