Cuando se cambia de década, uno puede hacer dos cosas: entrar en crisis por todo lo que no tiene y llorar por lo que ya no podrá jamás hacer, o serenarse y agradecer a la vida -o a Dios como es mi caso- por todo lo que le ha dado. Opto por lo segundo, para esquivar de todas las formas posibles la tentación de autocompadecerme. Y brindo a mi propia salud por un año más.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario