Tener una agenda nueva para empezar el año es algo imprescindible para mí. No puedo imaginarme sin una. Y eso lo sé desde hace tiempo.
Pero cuando fui a comprarla me di cuenta de otro hecho: a medida que pasan los años, me cuesta más cambiar. Fui directo a la de siempre, y en lo único que me animé a innovar fue en el color: un azul petróleo. Me convenzo a mí misma diciéndome que la elijo porque tiene el tamaño justo y porque las semanas están bien presentadas y... . Pero por dentro me pregunto si no es sólo por miedo a cambiar. Si me cuesta en algo tan nimio, no quiero imaginar qué pasará en otros terrenos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario