La historia acabada, por la que el duelo había sido más o menos hecho, que había mutado hacia amistad cuasi serena, parece otra vez iniciar la marcha y cambiar de carril.
Pero el ritmo al que vamos es tan lento que cualquiera de los dos se puede distraer otra vez por el camino.
Creo que, a esta altura, todo esto responde al nombre de capricho. Pero la única forma de probar de qué se trata es darnos permiso para avanzar. Yo, a mi manera, lo dí. Ahora espero una respuesta clara, sin que tenga que seguir con el desquiciante juego de la lectura entrelíneas.
Ansío abandonar el mundo virtual y pasar al real, en el que hace tanto que no nos vemos. Me pregunto si sigo leyendo signos tergiversados.
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