Mis vacaciones “de mentira” resultaron un éxito. Jugar con chicos, llevarlos de paseo, prestarles la compu para sus jueguitos, ir al zoológico, ver en el cine Meteoro, comer en McDonalds, correr en la plaza, inflarles globos, hace que uno olvide sus preocupaciones diarias.
Un único problema: Ahora me tengo que poner al día con todo lo que no hice.
La ventaja: Estoy con ganas y energía
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