Salir de la rutina y dejar la ciudad en la que uno vive siempre renueva. Eso es todavía más cierto si uno cambia Buenos Aires por Bariloche.
El trabajo hizo que pudiera disfrutar de cinco días a orillas del Nahuel Huapi. Es cierto, tuve que trabajar allí, pero mucho antes de tomar el avión había decidido que tendría unas fantásticas vacaciones caídas del cielo. Y las tuve.
Pasee mucho. Me deleite con los paisajes. Disfruté del sol a pesar de la temperatura bajo cero. Comí rico. Vencí mi aprensión a visitar sola nuevos lugares . No leí diarios, ni escuché radio, ni vi tele. Me obligué a no caer en la tentación de conectarme a Internet.
En definitiva: estoy renovada, y agradecida.
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