Libros gordos, pesados, que no bajan de las 700 páginas, que ocupan más del espacio debido en la biblioteca y que no entran en una cartera. Y esto último no es un dato menor para quién no sale jamás de su casa sin "algo para leer" porque sabe que si por algún motivo debe esperar, lo único que calmará su natural impaciencia es la lectura.
Esos mamotretos tienen su encanto, siempre y cuando haya un buen autor detrás. Los rusos Tolstoi y Dostoievski lo hacen a la perfección. Logran que sus historias se entremezclen durante uno o dos meses con nuestra vida, y nos invaden con sus atmósferas y conflictos.
A través de las muchas páginas uno va comprendiendo, queriendo u odiando a los protagonistas. No hay apuros para lograr el efecto. La prisa no existe, aunque sí el ritmo.
A comienzos de marzo empecé con Anna Karenina y me acompañó hasta hace un rato, cuando decidí que no podía esperar más para terminar la novela. Hubo días en que no supe si la desazón que sentía era propia o me la contagiaba Anna. Hubo otros en que creía que Lievin me entendería porque yo lo entendía perfectamente a él.
La obra es recomendable para los que quieren nadar lentamente en una historia que los va a llevar sin pausa al final.
" Tal vez sea feliz, como tú dices, porque aprecio lo que poseo y no ambiciono demasiado lo que no tengo"."Anna Karenina" de Lev Tolstoi
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